miércoles, 8 de julio de 2009


¿QUÉ ESTABA ESCRIBIENDO JESÚS EN EL SUELO, CUANDO LE PRESENTARON A LA MUJER ADÚLTERA?
En este último domingo de Cuaresma, el Evangelio no es de Lucas, sino de Juan, aunque podemos decir que tiene un "sabor lucano", en el respeto hacia los pecadores y a la mujer.

Pese a que no estaba en el Evangelio de Juan, el presente texto, con justa razón ha sido aceptado como auténtica Palabra inspirada por Dios, porque la solución que da Jesús al caso de esta mujer, ilustra su profunda sabiduría y compasión, enseñándonos a nunca aplicar despiadadamente la ley, cuando también los jueces son pecadores (ver Rom 2,1). Jesús, en cumplimiento de su misión de salvar lo que se había perdido (ver Lc 19,10), la perdona, la salva y le da una nueva vida.

Ahora bien, llama la atención al ver a Jesús escribiendo en tierra. Los Santos Padres decían que el Señor estaba escribiendo los pecados de los acusadores de aquella mujer. Jesús, al igual que los profetas del Antiguo Testamento, además de la palabra utiliza los gestos, por eso, se pone a escribir en el suelo. A los escribas y fariseos los hace recordar un texto del profeta Jeremías, que dice: "los que se apartan (de mí) serán escritos en el polvo" (ver Jer 17,13).

Los acusadores de esta mujer sienten que así es como escribe Dios el nombre de los pecadores y cada uno se da cuenta, de que entre esos nombres está también el suyo. Por eso Jesús con unas pocas y lapidarias palabras, les remite a su propia conciencia de pecadores: "El que no tenga pecado, que le tire la primera piedra". Entonces aquellos hombres se fueron, "empezando por los más ancianos hasta el último y Jesús quedó sólo con la mujer".


El texto revela, por una parte, la actitud de Jesús ante alguien que se encuentra en una situación de pecado, ante Él, a quien todo peca­do nunca queda escondido, pero que guía a los seres humanos a abandonar su condición pecadora, obteniendo del Señor una palabra de perdón (tampoco yo te condeno), lo cual no indica que excuse al pecador, sino que evita la condenación o la muerte, en este caso, la de la mujer, que le imposibilitaría la salvación y la conversión.

Para Jesús, toda persona vale, ya sea hombre o mujer, pecador o santo, nadie debe juzgar ni condenar. Todos y todas en la Iglesia tenemos "techo de vidrio" y, tarde o temprano, podemos recibir el impacto de las tantas "piedras", que lanzamos despiadadamente contra los demás.

Porque, a lo mejor, al igual que los maestros judíos, condenamos las debilidades de estas mujeres, sin notar que ni lo hace Jesucristo, ni lo debemos hacer nosotros. Porque, para Dios, todos somos pecadores y necesitados de salvación y de perdón. Y no es por ser mujer débil, que el pecado contra el VI mandamiento es más grave, sino que todos lo podemos cometer, desde nuestro corazón, sin llevarlo a la práctica (Mt 5,28).

En esta Cuaresma, al hablar en estos últimos domingos sobre la reconciliación, sólo una comunidad que perdona puede ser perdonada por Dios y sólo una comunidad que sabe acoger el perdón de Dios y se reconoce pecadora, será capaz de perdonar de verdad y de ser misericordiosa.

Pbro. Mario Montes Moraga (Colaborador La Asamblea)

Tomado de La Asamblea

1 comentario:

  1. Foarte interesant subiectul prezentat de tine.M-am uitat pe blogul tau si imi place tare mult
    Sigur am sa mai revin. O zi buna!

    ResponderEliminar